LE AMARE TODA LA VIDA


CAPITULO 1


UNA DECISION INESPERADA



La pálida piel de la joven se erizaba bajo el ardiente contacto de las manos del hombre, su cuerpo yacía como inerte sobre la mullida cama. Había esperado tanto tiempo ese momento, que sus ojos parpadearon varias veces asegurándose de que el hombre que se inclinaba sobre ella no era un espejismo. Pero no lo era, lo supo de inmediato, cuando notó el fuego abrasador de la mano de él al acariciar la tersa piel de su brazo. Sus claros y cristalinos ojos azules miraron el rostro del hombre que estaba junto a ella, buscó su mirada, pero él la eludió, y se centró en llenarse la vista con el cuerpo de ella.

Ella, ella, ella..... Por fin había reunido el coraje y valor necesarios para poner fin a una espera que había durado 4 años. No le había resultado nada fácil, el calor de 3 copas de un buen reserva escocés lo habían ayudado en algo, pero aun así, no se sentía capaz de poder llevar a cabo lo que ella había esperado con tantas ansias y por tanto tiempo.

De nuevo la contempló, necesitaba algún estímulo. Su mirada ascendía por sus bien torneadas piernas, aunque una de ellas estuviera completamente insevible, pasando por un abdomen plano, hasta llegar a un busto generoso. Era hermosa, era exquisita, pero su belleza no lo conmovió en lo más mínimo. ¿Acaso sería capaz de llevar a cabo su cometido? Sus ojos siguieron su recorrido, hasta detenerse sobre el rostro de la joven. El hombre cerró los ojos, y al abrirlos los fijó en su rubia y lacia melena que se esparcía sobre la almohada. De repente, esa melena pareció tornarse rizada y voluminosa. Miró sus ojos que le miraba expectantes, y el azul cristalino se fue tornando en un verde esmeralda, su piel inmácula, se vio salpicada por graciosas pecas. La joven pudo percibir el cambio en el rostro del hombre,se sintió dichosa al ver como sus ojos la miraban como nunca antes lo habían hecho, ahora sus brazos la tomaban con fuerza y calor, su rostro se encontraba a escasos milímetros de el de ella, podía notar su cálido aliento sobre sus labios

-Te amo, mi amor, te amo tanto!!-le dijo el hombre con pasión mientras sus dedos se enredaban en su cabello

-Terry, no sabes cuanto esperé a que sucediera este momento, y a poder escuchar las palabras que acabas de pronunciar!!-el corazón parecía querer salírsele del pecho, de tan grande que era su felicidad

-Candy, srta pecas......-musitó el joven ensimismado mientras sus labios se acercaban a los de la joven

-Teeerry...-el tono lastimero de la muchacha devolvió a Terry a la cruda realidad. Clavó de nuevo su mirada en ella. Otra vez el cabello se había tornado lacio y sin cuerpo, las verdes esmeraldas habían desaparecido y ya no quedaba rastro de las pecas que tanto adoraba. Candy se había esfumado, Susana era quien estaba tendida sobre la cama, sí, Susana Marlow la que en menos de un mes se convertiría en su esposa

-Susana, lo siento, perdóname. Creo que esto no fue una buena idea, deberíamos haber esperado a estar casados. Te prometo que esa noche todo será perfecto.

-Nooo!!!- negó tajante ella- no habrá ninguna próxima vez, no habrá noche de bodas, no habrá boda...-le reprochó ella con los ojos inundados de lágrimas

-Cálmate Susana,no sabes lo que estás diciendo-intentó abrazarla pero ella lo rechazó

-No, no voy a calmarme, Terry, esto es demasiado, no puedo soportarlo por más tiempo. He sido paciente, he esperado durante cuatro años a que tus sentimientos por mí cambiaran, pero, Terry, por mucho dolor que me cause vivir sin ti, es preferible a tener que pasar de nuevo por lo de esta noche.

-Quizás precipitamos las cosas Susana, si hubiéramos aguardado a estar casados esto no habría sucedido-se justificó ante ella, pero ni él mismo creía lo que decía

-Sabes que no es así, que habría pasado lo mismo; tú no me amas, ahora lo sé. Durante estos cuatro años nos has dejado de pensar en ella ni un solo día. No quería aceptarlo, me dolía tanto el pensarlo que siempre guardé la esperanza de que algún día te enamorarías de mí. Sé que lo has intentado, y te agradezco por ello, pero no quiero vivir así por más tiempo.-Susana mostraba una actitud valiente que Terry desconocía

-Lo lamento tanto Susana, nunca quise que sufrieras, intenté hacerte feliz por todos los medios, pero veo que conseguí todo lo contrario. He intentado dejar de pensar en ella, arrancarla de mi corazón, pero no puedo. Intenté amarte, enamorarme de ti, pero su recuerdo me lo impedía.

-Lo sé Terry, nunca debí permitir que te quedaras conmigo únicamente por agradecimiento. Y sé que voy a sufrir y a llorar mucho al apartarte de mi lado, pero creo que casarnos sería el peor error de nuestra vida, ninguno de los dos llegaríamos a ser felices nunca.-Susana era sincera con él, y sabía que lo que le decía era lo correcto, pero no pudo evitar que las lágrimas corrieran por sus mejillas al aceptar que nunca sería para ella, ni en cuerpo ni en alma.

-Susana....-era hermosa, y sabía lo mucho que lo amaba. Hubiera dado lo que fuera por haber podido corresponder a ese amor. Pero su corazón tenía dueña desde hacía años, y sabía que nunca nadie podría reemplazarla

-Terry, quiero pedirte que te marches, y no me gustaría volver a verte hasta transcurrido mucho tiempo. Espero que lo comprendas, ahora por favor vete, quisiera estar sola.

-Pero Susana..no puedo dejarte sola, y si me necesitas...

-Si te necesito te lo haré saber, aunque tengo el deseo de que eso no pase, tengo que aprender a vivir sin ti. Ahora por favor te ruego que te marches.

Terry la miraba incrédulo, ella mantenía la cabeza baja,no se sentía capaz de mirarlo después de la decisión que había tomado.

-Como desees. Susana yo...- ella le volvió la cabeza, en señal de que no quería seguir hablando con él, éste no insistió más y prefirió dejarla sola muy a su pesar.

Terry abotonó su camisa, la metió por dentro de los pantalones, se puso su chaqueta y salió de la residencia de Susana Marlow.

Caminaba con paso lento por la avenida con rumbo a su casa. El viento frío de la noche pareció poner en orden sus alborotados pensamientos. Seguramente Susana mañana habrá cambiado de opinión, se decía, mientras los primeros copos de nieve empezaban a caer sobre una calle completamente desierta a estas horas de la noche. Apresuró el paso para llegar a su casa, dormiría unas cuantas horas y mañana a primera hora iría de nuevo a visitarla y hablar con ella.

La mañana había amanecido soleada, pero un intenso frío se había adueñado de la ciudad, la nevada había cesado, pero los tibios rayos de sol no calentaban lo suficiente para hacer que el hielo que se había formado durante la noche comenzara a derretirse. Así sentía Terry su corazón, helado. La decisión de Susana lo había tomado por sorpresa, aunque siendo sincero, no podía negar que se sentía como si hubiera perdido un gran lastre que lo impedía avanzar.

Tocó en la aldaba de la puerta, al instante la doncella le abrió

-Buenos días sr, Grandchester

-Buenos días Kate, la srta. Marlow se encuentra ya levantada?

-Sr. Grandchester, la sra. y las srta. Marlow partieron de madrugada, no dejaron dicho donde se dirigían, sólo me pidieron que le entregara esta nota.

Una escueta nota, eso es todo lo que Susana había dejado, ni una dirección, ni una pista nada de nada, simplemente se despedía de él y le agradecía por haber intentado hacerla feliz. Su cabeza era un hervidero de caóticos pensamientos, sentía como si hubiera fracasado en la mejor representación de su vida, sentía nostalgia al saber que no volvería a pisar la casa que había estado frecuentando durante cuatro años,pero sobre todo, y se recriminaba por ello sentía alivio.

Decidió ir caminando hasta el lugar donde sabía estaría el muchacho de los periódicos. Ahí estaba el pequeño Sebastian. Sólo se dejaba entrever de él su rizada cabellera pelirroja, que sobresalía del diminuto gorro de lana, el resto de su rollizo cuerpo iba cubierto por capas de ropa para poder soportar el crudo invierno.

-Dame uno Sebastian, aquí tienes, quédate con el cambio

-Gracias sr. Grandchester, pero me temo que hoy no publicaron nada sobre usted

Terry tomó el diario y se dijo que aún así lo echaría un vistazo. Pensaba marcharse a su casa a leer el diario, pero cambió de idea, en una cómoda y acogedora cafetería estaría mejor. La cafetería a la que entró era una de sus favoritas,era frecuentada por personas relacionadas con el mundo de la cultura: escritores, poetas, actores de teatro... y un sin fin de variopintos personajes

-Lo mismo de siempre sr. Grandchester?- el preguntó el camarero

-Sí, gracias

Mientras esperaba a ser servido, Terry comenzó a ojear el diario. De pronto para él el mundo dejó de girar, se hizo silencio, todo se tornó oscuridad. Notó que le aire no llegaba a sus pulmones, le costaba respirar, sus manos temblaban, sus ojos se abrían y cerraban con fuerza sin poder apartarse de la fotografía y el texto del diario. Era una fotografía de Candy, acompañada en actitud cariñosa por un joven de cabello oscuro. En grandes titulares podía leerse: “LA SEÑORITA CANDYCE WHYTE ANDLEY Y EL EL DUEÑO DE LOS ASTILLEROS WARNER, CONTRAERAN MATRIMONIO LA PROXIMA SEMANA”

La noticia daba un detallado relato sobre la relación de los futuros contrayentes, Terry comenzó a leerlo pero no fue capaz de continuar. Pagó la consumición que no había tomado y salió fuera. Necesitaba aire, la cabeza estaba a punto de estallarle. Candy se casaba, en una semana sería de otro para siempre, su amor de juventud, la persona que sabía que siempre amaría en breve iba a pertenecerle a otro. Y ahí estaba él, amándola tanto o más que antes, y ella, parecía que había conseguido olvidarse de él. Al parecer ella estaba cumpliendo la promesa que se hicieron, se la veía feliz en la fotografía al lado del tipo ese. ¿ Y por qué no iba a serlo? Acaso pensaba que Candy iba a ser como él? El no consiguió olvidarse de ella en estos cuatro años, pero Candy era feliz, parecía feliz. Debía alegrarse por ella, se merecía más que nadie esa felicidad, aunque no pudo evitar sentir unos oprimentes celos, al saber que ella ya lo había olvidado. Aún a sabiendas del dolor que le causaría, decidió echar otra mirada a la fotografía. Sus ojos recorrían con tristeza y añoranza el rostro de la muchacha, cuando un detalle que antes no había percibido llamó su atención: Candy llevaba anudado a su cuello el pañuelo que el la regalara en Escocia, cuando se lastimó el brazo en la galopada a caballo junto a él. Ella lo había perdido en el teatro la noche que fue a verlo actuar, pero Terry se lo había devuelto cuando la llevó a conocer su apartamento. Ese pequeño detalle que casi le pasa desapercibido le lleno de una nueva esperanza, ojala no estuviera equivocado, pero apostaría su vida misma a que Candy no lo había olvidado. Pero ella iba a contraer matrimonio en una semana, su mente trabajó a gran velocidad, hasta que una idea fue cobrando cada vez más fuerza en sus pensamientos......



CONTINUARA....


 

LE AMARE TODA LA VIDA


CAPITULO 2


NO LO PERMITIRE




Candy aún no se creía que a la mañana siguiente se convertiría en la esposa de Brad Warner.

Hacía ya dos años que se conocían, pero nunca supuso que terminaría casándose con él.

Aún recordaba el día que lo había conocido, fue Albert quien los presentó. Brad, primeramente conoció a Albert en África, Albert se encontraba allí en uno de sus innumerables viajes a lo largo del mundo, y Brad estaba por cuestiones de negocios. Una noche, mientras Albert regresaba al hotel en el que se alojaba, fue asaltado por un numeroso grupo de maleantes. Nadie podía negar que Albert sabía como manejar sus puños, pero en esa situación se dio cuenta de que eran demasiados contra él, sólo un tonto se hubiera enfrentado a ellos estando solo. En ese momento y como caído del cielo apareció Brad, entre ambos consiguieron deshacerse de los malhechores. Desde aquel momento surgió entre ellos una sincera amistad. A su regreso a América, Albert le invitó a que conociera a su hija adoptiva, a lo que Brad aceptó gustoso. Brad se desplazó desde Long Island, que era el último lugar donde había fijado su residencia hasta la mansión de los Andley. Allí lo esperaban Albert, por supuesto, la bisabuela Elroy, y Candy. Candy estaba ansiosa por conocer al famoso Brad, ya que Albert no paraba de hablar de él, de sus múltiples cualidades, de sus logros en la vida, de su buena forma física, y un sin fin de cosas más que Candy ya se había aprendido de memoria de tanto escucharlas. Por fin llegó el momento de conocer a Brad, la doncella había anunciado su llegada, y se la ordenó que lo hiciera pasar al cuarto blanco. Las puertas se abrieron y tras ella apareció Brad, su gran envergadura llenaba casi por completo el hueco de la puerta. Era alto, muy alto quizás le sacara a Albert unos diez centímetros, lucía una larga melena negra como la noche más oscura, su piel estaba bronceada debido a los innumerables viajes en barco que había realizado, unas marcadas y obscuras cejas tan negras como el cabello, hacían destacar el verde profundo de sus ojos; pero lo que más llamaba la atención de él era su cordial sonrisa, le daba un aire jovial, aunque era dos o tres años mayor que Albert. Su sonrisa se hizo mas patente cuando saludo a Albert con un fuerte abrazo .

-Albert, amigo, que placer volver a verte !!

-Brad, el placer es mío. Gracias por aceptar mi invitación. Pero ven te presentare, la bisabuela Elroy el sr. Warner

-sra. es un placer- respondió Brad con una reverencia y besándola la mano

-Encantada sr. Warner- la bisabuela parecía encantada con él, hasta parecía que había un atisbo de sonrisa en su agrio rostro

-Y esta es mi hija adoptiva de la cual tanto te he hablado-continuó Albert con las presentaciones- la srta. Candyce Whyte Andley

-Es un placer conocerle sr. Warner- Candy le tendió la mano con cortesía

Brad quedó sin palabras por un momento, era la criatura más hermosa que había visto. No podía creerlo, un hombre de su experiencia se quedaba sin palabras ante una jovencita inocente

-Brad, es que no piensas contestar a mi hija ?- le dijo Albert dándole un pequeño codazo para sacarle del trance en el que parecía encontrarse

-Eh si yo..Discúlpeme srta. Whyte, el placer es mío, y creame que he recorrido mucho mundo y he conocido muchos lugares aquí y allá, pero jamás conocí mujer más bella que usted

-Sr. Warner..

-Brad, por favor llámeme Brad- la interrumpió este

-Está bien, pero sólo si tu me llamas Candy, Brad

-Candy, tu nombre suena tan dulce..

-Ejem...que les parece si pasamos al comedor, la cena esta apunto de servirse

La velada transcurrió de lo más amena, Brad no paraba de hablar de sus múltiples viajes, de los lugares que había conocido, y de los que aún le quedaban por conocer. Este hombre era una excelente compañía, con su entretenida conversación, además era franco y directo, no disimulaba en lo más mínimo el creciente interés que tenía en Candy. Varios de sus comentarios hicieron que la bisabuela soltara una contenida carcajada, Candy y Albert se miraron extrañados. Cuando Brad se marchó Candy y la bisabuela agradecieron a Albert el haberlas presentado a tan encantador hombre, ya que ambas coincidieron en que habían pasado una de las mejores veladas que pudieran recordar.



Sí, Candy nunca olvidaría esa noche que había conocido a Brad. También recordaba como los sucesivos días los tres había hecho infinidad de cosas juntos: actos de sociedad, picnics, compras, almuerzos....Candy disfrutaba de la grata compañía de Albert y Brad, y le servía para alejar los fantasmas del pasado, que por mucho que se empeñara seguían presentes en su día a día. No fue hasta transcurrido un tiempo que Brad le pidió permiso a Albert para cortejar a Candy. A Albert le pareció una idea estupenda, pero le dejó bien claro que la última palabra la tenía Candy. Recordaba las excusas que Albert le había puesto para que Brad y Candy salieran a solas, en un principio Candy no sospechó nada, pero luego fue atando cabos. Candy disfrutaba los momentos que ella y Brad pasaban a solas, éste no dejaba nunca de sorprenderla, y su compañía era de lo mas grata. Brad y ella hacía una extraña pareja: ella de pequeña estatura y él con esa gran envergadura, su cabello rubio y su tez blanca contrastaban notablemente con los rasgos morenos de él cuando estaban juntos. En opinión de Candy, Brad tenía cierto aire arrogante que le recordaba a...... No, debía olvidar ese nombre, pensar en él le dolía, le dolía demasiado aún. Desde que supo que Terry y Susana iban a casarse le había pedido a sus seres mas allegados que no pronunciaran su nombre en su presencia. Brad era todo un caballero, aunque algo impetuoso como... No, no no no debo pensar en él. Pensaba también en la noche que Brad la pidió que se casara con él, la cogió por sorpresa. En ese mismo instante su respuesta hubiera sido una negativa, pero pensó que sería mejor pensarlo, hablarlo con Albert y no actuar de forma impulsiva, así que con su habitual sonrisa le dijo que en unos días le daría una respuesta. Esa misma noche, en cuanto llegó a casa se fue sin perder un momento al despacho que Albert tenía en la residencia. Sabía que a esas horas podría encontrarlo allí

Candy tocó a la puerta

-Adelante- contestó Albert desde dentro

-Hola Albert, buenas noches-!! Candy rodeó el escritorio donde estaba Albert y le dio un habitual beso en la mejilla

-Hola Candy, ya regresaste por lo que veo, dime, cómo te fue tu cita de hoy con Brad?

-Bien, muy bien -contestó Candy con entusiasmo- Brad no deja de sorprenderme, me divierto mucho con él. Hoy me llevo a que conociera el nuevo barco que construyó para su flota.

-Sí, Brad es un gran tipo, me alegro que os llevéis tan bien Candy- le dijo con una sonrisa pícara

-Gracias Albert, pero es que...

-Qué pasa Candy? Normalmente no vienes a visitarme a mi despacho a estas horas..-Albert la conocía a la perfección

-Abert, es que Brad me pidió que me casara con él-le confesó Candy

-Ya veo....y tú qué le dijiste?

-Le dije que me diera tiempo, que lo tenía que pensar. Por eso vine a hablar contigo, me gustaría que me aconsejaras, o que al menos me dieras tu opinión

Albert la miró durante unos instantes, como padre adoptivo u tutor de la muchacha no quería equivocarse en su consejo

-Candy,en cuanto a mi opinión, te seré sincero: Brad se ha convertido en uno de mis mejores amigos, le tengo un gran aprecio. Aparte de todo esto, creo que es un buen hombre, posee muchas cualidades buenas, y salta a la vista que esta enamorado de ti. Nada me gustaría mas que mi hija y uno de mis mas grandes amigos acabaran casándose. Esta es mi opinión

-Albert, entonces crees que debo darle un sí?- que bueno era escuchar a Albert, siempre sabía que decir en cada momento, pensaba Candy

-Aguarda un momento Candy, aún no he terminado. Te he dado mi opinión, pero tu me pediste mi opinión y mi consejo.

-Acaso ambas partes no coinciden?- preguntó Candy un tanto confundida

-Me gustaría que así fuese, pero dejame preguntarte algo: estás enamorada de Brad?

-Yo... lo quiero Albert

-De que manera lo quieres?

-Eeehhh? Que pregunta Albert!! lo quiero como se quiere a las personas

-Te pondré un ejemplo para que me entiendas. Lo quieres como me quieres a mí a lo quieres como quisiste a Terry?-Albert sintió mencionar el nombre de Terry, pero no hubo más remedio. No quería que Candy tomara una decisión de la cual luego se arrepintiera

-ALBERT!!!!, prometiste que no mencionarías su nombre

-Lo siento Candy, no tuve más remedio, ahora contéstame quieres?

-Bueno...... yo.... lo quiero , lo quiero mucho, como te quiero a ti. No pongas esa cara Albert!!, se que con el tiempo las cosas cambiarán, y llegaré a quererlo de otra manera

-Sigues enamorada de Terry verdad?

Candy bajó la mirada, prefirió no contestar, aunque a Albert no le hizo falta, su silencio y sus lágrimas lo decían todo......




Esa noche pensaba Candy, fue una de las más importantes de su vida, la noche en que decidió que sería la esposa de Brad Warner. Si Terry estaba cumpliendo la promesa que se hicieron, ella también lo haría, y sería feliz, tal y como se lo prometió

Unos golpes en la puerta la sacaron de los recuerdos en los que estaba inmersa

-Srta. Candy, la sra Annie acaba de llegar- le anunció Lisa

-Gracias Lisa, hazla pasar a la sala de te, enseguida bajo a reunirme con ella.

La visita de Annie justo la noche antes de su boda la haría mucho bien, pensó Candy, seguro la ayudaría a calmar los nervios que sentía,.

-Annie !!! cuanto me alegra que hayas venido!!- dijo Candy abrazando a su amiga

-Candy,vine para pasar contigo parte de tus últimas horas como mujer soltera...

-Annie se te ve tan bien!! Desde que supiste que estás esperando un hijo luces aún más hermosa.

-Soy feliz, muy feliz. Me gustaría tanto que tu también llegues a serlo con Brad, se nota que te ama tanto!!

-Estoy segura de que así será Annie. Diría que estás tú más nerviosa que yo....-Comentó con jovialidad Candy

-No lo puedo evitar, aún recuerdo la noche antes a mi boda, mi madre pasó horas tratando de calmarme

-Dónde dejaste a Stear? Me parece raro verte sin él, desde que se enteró que va a ser padre no se separa de ti ni un momento

-Pude convencerle de que me dejara venir a visitarte yo sola, le dije que quería hablar contigo y recordar viejos tiempos. Aunque a cambio me hizo prometerle que esperaría aquí a que él viniera a buscarme

-Me alegro tanto por vosotros dos, quien iba a decir que tú y Stear acabaríais juntos...


Stear apareció una mañana de fría niebla, el horror vivido en la guerra se reflejaba en sus abstraídos ojos. Todos pensaron que era un milagro cuando le vieron aparecer. Annie fue la primera en verlo, salía para su casa después de haber terminado definitivamente con Archie. En un principio pensó que se trataba de un espejismo, su mente se hallaba confusa y sus ojos bañados en lágrimas. Todos creían que Stear había fallecido en la guerra,, así que su aparición fue una alegría para todos. Las primeras semanas permaneció en el más absoluto mutismo, únicamente dejaba su mirada perdida en el horizonte y lo contemplaba durante horas. Con el transcurrir de las semanas Stear se sintió preparado para contarles que hubo un error con la identificación de los cadáveres, que a él le dieron por muerto y a su compañero que fue quien de veras murió lo daban por vivo y graduado con honores. Annie a pesar de que no quería encontrarse con Archie visitaba a Stear todos los días, juntos daban largos paseos y se ayudaban mutuamente a mitigar sus dolores del alma. Aunque Stear, en un primer momento se sintió dolido cuando se enteró que Patty y Albert estaban casados, con el paso del tiempo dio gracias de que eso pasase. Annie era la mujer de su vida y poco a poco se habían ido enamorando el uno del otro sin poder evitarlo.

-Sra Cornwell, llegó su esposo-anunció Lisa

-Chicas, ya terminaron de chismosear- dijo Stear haciendo su aparición en la sala

-Stear !!- Candy fue a recibirlo- Y Archie no vino contigo?

-No, él y Sara también fueron de compras, ya sabes lo meticuloso que es Archie.

Archie había encontrado en Sara todo aquello nunca fue capaz de ver en Annie, hacía sólo seis meses que se conocían, pero ya tenía fecha de boda.

Stear y Annie le sirvieron a Candy para serenarse un poco, aunque cuando estos se marcharon se sintió un poco sola y decidió que ya era hora de irse a dormir. Sabía que pronto llegarían Albert y Patty que habían salido a hacer las últimas compras para la boda, pero prefirió acostarse, mañana quería estar radiante.

Sí, mañana se casaría con Brad, y sería feliz, muy feliz. Con el tiempo y con el amor que Brad le profesaba estaba segura que conseguiría sacar a Terry de su corazón. Una noche más, el sueño la encontró con una lágrima en sus ojos y Terry como su último pensamiento.

Hacia unas tres horas que la residencia se había quedado en el más completo silencio, el servicio, Patty y Albert ya dormía plácidamente, cuando una leve corriente de aire despertó a Candy de su dulce sueño. Con un estado aún de semiincosciencia se levantó de la cama y fue a comprobar el ventanal. Que cabeza la suya, estaba segura de haberla cerrado antes de irse a domir, pero no debió de ser así, ya que el balcón estaba abierto de par en par. Sintiendo que el viento gélido de la noche penetraba a través de la delgada tela de su camisón, Candy cerró los ventanales con decisión. Iba a girarse y retornar a su cama cuando sintió el crujir del suelo de madera muy cerca suyo. Se quedó quieta y aguantando la respiración se giró completamente. Pudo distinguir una silueta que al ser descubierta avanzo hacia ella con celeridad. Su primer instinto de pedir auxilio fue frustrado por una mano que le tapó la boca, mientras que con el otro brazo libre la sombra clandestina ataba una soga al alrededor del cuerpo de la joven lo que dejaba su brazos completamente inmóviles. Ahora le cubrían los ojos con algo. Candy comenzó a sentir miedo, no sabía cuales eran las intenciones de esta persona que se había colado en su cuarto y la amordazaba e inmovilizaba. Dejó de pensar cuando notó que los brazos del desconocido la alzaban del suelo y la depositaban sobre su hombro.

Y así sin poder moverse ni pedir ayuda, Candy fue raptada de su propio cuarto, en el sigilo de la noche y a unas cuantas horas de su propia boda..........


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